A 42 AÑOS DEL GOLPE NEOLIBERAL EN ARGENTINA
Los militares lo ejecutaron, pero fue estudiado, programado y decidido por un grupo de economistas argentinos y estadounidenses junto a empresarios, dirigidos por Martínez de Hoz.
Los militares torturaron, secuestraron y asesinaron cumpliendo un plan terroristas para atemorizar y paralizar a la población. El objetivo era despejar los obstáculos de una posible resistencia popular para aplicar medidas económicas neoliberales que iban a castigar severamente al pueblo y permitir abultados beneficios a la élite económica nacional y sobre todo internacional.
Por eso fue una acción continental que abarcó a todos los países que habían iniciado un proceso de emancipación.
Se inspiraron en las teorías de la conocida "Escuela de Chicago" cuyo mentor fue Milton Freidman. Empezaron por Chile instalando al fascista Augusto Pinochet que les servía de garantía para barrer con violencia e impunidad, cualquier intento opositor.
No es que los militares argentinos fueran inocentes marionetas. Ellos también participaron activamente en el golpe esgrimiendo argumentos nacionalistas contra "el comunismo" que quería imponer un estilo de vida diferente al "occidental y cristiano".
Y de paso formaron auténticas bandas delictivas que robaban bienes de los detenidos y secuestrados y también los hijos que nacieron en cautiverio.
Es decir, no solo fueron asesinos y torturadores, sino también vulgares ladrones que aprovecharon la impunidad otorgada por los civiles que los utilizaron, para sus fechorías particulares.
Las cúpulas de los militares golpistas de todos los países sudamericanos y centroamericanos, que integraron ese plan continental, fueron debidamente preparados en la Escuela de las Américas, que funcionaba en Panamá y era dirigida por agentes de los servicios secretos de EEUU. Ahí aprendían las técnicas de tortura, secuestro, y asesinatos que después pusieron en práctica.
En Argentina la represión violenta contra el pueblo no comenzó hace 42 años, sino mucho antes. Para no ir demasiado atrás en la historia (siempre el poder atacó violentamente a los trabajadores cuando se oponían a su explotación), digamos que desde el derrocamiento de Perón en 1955 la clase obrera argentina (peronista o no) fue severamente reprimida, perseguida, encarcelada y asesinada (solo basta recordar la masacre de León Suárez que tan bien relató Rodolfo Walsh en su libro "Operación Masacre").
Es decir la teoría de los dos demonios donde los militares tuvieron que luchar contra grupos guerrilleros en los años 70, repartiendo por igual las culpas de la violencia, no tiene fundamento alguno. Los guerrilleros abatidos en relación con los 30 mil desaparecidos son claramente minoritarios. Y el terrorismo de Estado se venía aplicando desde mucho tiempo antes, contra dirigentes sindicales combativos, intelectuales de izquierda, profesores, maestros, políticos y demás luchadores sociales que nada tenían que ver con la lucha armada.
La Junta Militar suprimió los sindicatos, los partidos políticos, la constitución, los derechos laborales, políticos y sociales en una muestra clara de que ese era su objetivo.
El resultado fue una tremenda pauperización de los trabajadores, un enorme endeudamiento del país al socializar las deudas privadas de los bancos y empresas (la deuda de Argentina aumentó un 350% al final de este proceso), la privatización de los servicios sociales y empresas estatales, y otras medidas del neoliberalismo en el inicio de una etapa que se denominó globalización.
Las mismas medidas que aplicó el menemismo en los años 90 bajo la careta del peronismo. Una farsa de tal calibre que Alvaro Alsogaray, uno de los enemigos mas destacados del peronismo, fue el ministro de Economía y su hija María Julia integró el gobierno en puestos de importancia. Las consecuencias fueron gravísimas para la mayoría de los argentinos. Una etapa que se recuerda como la del corralito, cuando los bancos se apoderaron del dinero de los ahorristas.
Y como para darle la razón a Borges que citando a los estoicos dijo que la historia es circular y que los acontecimientos se repiten, el gobierno de Macri vuelve a aplicar las medidas económicas que llevaron al desastre a la Argentina, para favorecer a una minoría de empresarios (entre los cuales se encuentra la familia del presidente, ya enriquecida con los beneficios de la dictadura militar) muchos de los cuales forman parte del gobierno.
No le resulta tan fácil al macrismo como a sus antecesores, reprimir a la resistencia social y política. Los tiempos son otros y aquellos métodos brutales ya no quedan tan impunes ni pueden ser ocultados a pesar de una prensa cómplice. Por ejemplo las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel en la represión de manifestaciones a favor de los mapuches desplazados ilegalmente de sus tierras, o el encarcelamiento de Milagro Sala, una luchadora social, y otros presos políticos.
Y además el pueblo argentino tiene mucha mas experiencia ante este tipo de agresiones y seguramente tarde o temprano hará valer sus derechos que en este momento vuelven a ser cuestionados e ignorados.
A 42 años del golpe cívico-militar en Argentina, no conviene olvidar que detrás de los militares, de sus asesinatos, secuestros, desapariciones, torturas y robos a sus víctimas, estuvo el poder económico con sus planes de saqueo a los trabajadores. El mismo que ahora inspira al macrismo.
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