EL NEGOCIO GANA POR GOLEADA
Decía Eduardo Galeano que es necesario que "la verdad sea dicha: este hermoso espectáculo, esta fiesta de los ojos, es también un cochino negocio". Galeano amaba al fútbol y la intromisión del dinero en "esta fiesta de los ojos" le producía el mismo rechazo y la misma indignación que cualquier otra injusticia.
En España se acaba de producir otra maniobra repudiable del poder del dinero para someter y contaminar todo lo que toca.
Resulta que Arabia Saudí ha colocado a 9 de sus jugadores en equipos de primera y segunda división del fútbol español. Cada uno de ellos llega con una considerable cantidad de dinero, que es el argumento definitivo del capitalismo para justificar sus aberraciones.
Por supuesto ni los entrenadores ni los secretarios técnicos han sido consultados. Es una operación entre los presidentes de los clubes y las federaciones.
Incluso algunos clubes, el Leganés por ejemplo, tendrán que desprenderse de alguno de sus profesionales para darle cabida a los recién llegados.
Cuando a alguien se le ocurre objetar esta despreciable mercantilización del fútbol, recurren a lo que consideran indiscutible: es que aportan mucho dinero, dicen aún sin saber de qué cantidades se trata y los clubes necesitan ese dinero.
No hace mucho un tal Piterman se adueñó de algunos clubes de la primera división española y al mismo tiempo ejerció de entrenador, sin tener la habilitación reglamentaria para eso. Es el dueño y puede hacer lo que quiera, decían ilustres periodistas, presidentes y directores deportivos al unísono. Los mismos que habitualmente se presentan como defensores de la ley y el orden, ante la presencia del dinero resignaban sus aparentes convicciones legalistas sin ningún problema.
Por supuesto a nadie se le ocurrió investigar mínimamente al tal Piterman ni a su prometido aporte de dinero. Resultó que fue un fiasco, que no había dinero alguno, y que las consecuencias para esos clubes fueron nefastas.
Es decir para los guardianes del sistema, el orden, la ley, la democracia, las buenas costumbres y lo que sea, se dejan de lado inmediatamente ante la presencia incuestionable del dinero.
Otro de los débiles argumentos que algunos medios se atreven a exponer es que no hay ninguna cláusula en los contratos que introducen a los jugadores sauditas en los clubes españoles que obliguen a su alineación para los partidos.
Todos nosotros, que seguimos creyendo que Melchor, Gaspar y Baltazar son los reyes magos, y que Piterman era un benefactor del fùtbol español, tenemos que creer ahora que Arabia Saudí y los contratos televisivos que se firmaron alrededor, van a admitir serenamente que esos jugadores que introdujeron no jueguen ni un minuto.
Digamos, no obstante, que es una posibilidad. Aunque lo mas importante sigue siendo que si hay dinero por delante no hay nada que discutir, se hace lo que el dinero se propone.
De modo que los valores occidentales y cristianos, la democracia parlamentaria, el orden, la ley, las normas de convivencia, y otras cosas por el estilo son absolutamente secundarias y hasta prescindibles. Solo están a mano por si algunos desconsiderados no entienden esta lógica y se les ocurre protestar y tal vez hasta rebelarse, que nunca se sabe. "La panza es reina y el dinero dios", decía Discépolo en un tango.
Dicho de otro modo, "el fútbol es una metáfora de la vida" como afirmó Sartre y efectivamente lo que ocurre en el fútbol es mas o menos lo que vivimos en la sociedad.
Según los últimos datos de Oxfam Intermón en Español, el 82% del incremento de la riqueza mundial en el último año fue a parar a manos del 1% mas rico, que incrementó su fortuna en 762.000 millones de dólares, cantidad suficiente como para terminar siete veces con la pobreza en el mundo.
No podíamos esperar que el fútbol permaneciera al margen de la rapiña total del capitalismo contra nuestros bienes comunes.
Decía Eduardo Galeano que es necesario que "la verdad sea dicha: este hermoso espectáculo, esta fiesta de los ojos, es también un cochino negocio". Galeano amaba al fútbol y la intromisión del dinero en "esta fiesta de los ojos" le producía el mismo rechazo y la misma indignación que cualquier otra injusticia.
En España se acaba de producir otra maniobra repudiable del poder del dinero para someter y contaminar todo lo que toca.
Resulta que Arabia Saudí ha colocado a 9 de sus jugadores en equipos de primera y segunda división del fútbol español. Cada uno de ellos llega con una considerable cantidad de dinero, que es el argumento definitivo del capitalismo para justificar sus aberraciones.
Por supuesto ni los entrenadores ni los secretarios técnicos han sido consultados. Es una operación entre los presidentes de los clubes y las federaciones.
Incluso algunos clubes, el Leganés por ejemplo, tendrán que desprenderse de alguno de sus profesionales para darle cabida a los recién llegados.
Cuando a alguien se le ocurre objetar esta despreciable mercantilización del fútbol, recurren a lo que consideran indiscutible: es que aportan mucho dinero, dicen aún sin saber de qué cantidades se trata y los clubes necesitan ese dinero.
No hace mucho un tal Piterman se adueñó de algunos clubes de la primera división española y al mismo tiempo ejerció de entrenador, sin tener la habilitación reglamentaria para eso. Es el dueño y puede hacer lo que quiera, decían ilustres periodistas, presidentes y directores deportivos al unísono. Los mismos que habitualmente se presentan como defensores de la ley y el orden, ante la presencia del dinero resignaban sus aparentes convicciones legalistas sin ningún problema.
Por supuesto a nadie se le ocurrió investigar mínimamente al tal Piterman ni a su prometido aporte de dinero. Resultó que fue un fiasco, que no había dinero alguno, y que las consecuencias para esos clubes fueron nefastas.
Es decir para los guardianes del sistema, el orden, la ley, la democracia, las buenas costumbres y lo que sea, se dejan de lado inmediatamente ante la presencia incuestionable del dinero.
Otro de los débiles argumentos que algunos medios se atreven a exponer es que no hay ninguna cláusula en los contratos que introducen a los jugadores sauditas en los clubes españoles que obliguen a su alineación para los partidos.
Todos nosotros, que seguimos creyendo que Melchor, Gaspar y Baltazar son los reyes magos, y que Piterman era un benefactor del fùtbol español, tenemos que creer ahora que Arabia Saudí y los contratos televisivos que se firmaron alrededor, van a admitir serenamente que esos jugadores que introdujeron no jueguen ni un minuto.
Digamos, no obstante, que es una posibilidad. Aunque lo mas importante sigue siendo que si hay dinero por delante no hay nada que discutir, se hace lo que el dinero se propone.
De modo que los valores occidentales y cristianos, la democracia parlamentaria, el orden, la ley, las normas de convivencia, y otras cosas por el estilo son absolutamente secundarias y hasta prescindibles. Solo están a mano por si algunos desconsiderados no entienden esta lógica y se les ocurre protestar y tal vez hasta rebelarse, que nunca se sabe. "La panza es reina y el dinero dios", decía Discépolo en un tango.
Dicho de otro modo, "el fútbol es una metáfora de la vida" como afirmó Sartre y efectivamente lo que ocurre en el fútbol es mas o menos lo que vivimos en la sociedad.
Según los últimos datos de Oxfam Intermón en Español, el 82% del incremento de la riqueza mundial en el último año fue a parar a manos del 1% mas rico, que incrementó su fortuna en 762.000 millones de dólares, cantidad suficiente como para terminar siete veces con la pobreza en el mundo.
No podíamos esperar que el fútbol permaneciera al margen de la rapiña total del capitalismo contra nuestros bienes comunes.
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